¿Proceso vs. Castigo
Hola. Vamos a habla de algunas verdades incomodas pero que resultan interesantes, me refiero a la confusión más humana.
A primera vista, proceso y castigo se sienten igual en las entrañas. ¿Cierto? Ambos duelen, ambos nos quitan el sueño, ambos nos hacen sentir vulnerables. Pero aquí está el engaño más sutil del crecimiento personal: confundir la rigidez del castigo con la resistencia natural del proceso.
Durante años pensé que el crecimiento era simplemente “aguantar” aguantar la crítica, aguantar el fracaso, aguantar la soledad.
Hasta que entendí que estaba castigándome mientras creía que me transformaba. Veamos algunas señales que nadie nos enseña en este proceso y que algunas veces confundimos.
Por ejemplo, el proceso se siente así: Duele hacia adelante. Hay una dirección, aunque sea borrosa. Te levantas por la mañana con una pregunta, no solo con un peso.
El dolor tiene curiosidad: “¿Por qué esto me afecta tanto? ¿Qué puedo aprender?” Al final del día, aunque cansado, sientes que algo se movió dentro de ti. Permites lágrimas, pero no permites que las lágrimas te definan.
Ahora bien, el castigo se siente así: Duele en círculos. Te lleva una y otra vez al mismo lugar. Te despiertas con la misma culpa con la que te acostaste.
El dolor tiene acusación: “¿Por qué siempre me pasa esto a mí? ¿Merecía esto?” Al final del día, solo sientes el agotamiento de haberte golpeado contra la misma pared. Las lágrimas no limpian, solo erosionan.
El engaño más peligroso: El castigo disfrazado de proceso. He visto personas (y yo he sido una de ellas) que: Confunden autoexigencia con autocuidado. Confunden sacrificio constante con dedicación.
Confunden agotarse con esforzarse. El castigo disfrazado te dice: “Si no duele, no sirve”. Pero el proceso genuino te dice: “El dolor es un compañero de viaje, no el destino”.
El proceso enseña algo nuevo. El castigo solo repite viejas lecciones que ya aprendí (pero que no me permito integrar).
Hice la prueba de la compasión, me observé después de cometer errores: En proceso, me decía: “Fue difícil, ¿qué necesito para seguir?” En castigo, me decía: “Fue difícil, ¿por qué siempre lo arruino?”
La diferencia está en una letra: la “P” de posibilidad que tiene el proceso, frente a la "C" de condena que tiene el castigo.
La prueba del movimiento
El proceso tiene inercia, incluso en los días malos, algo cambia. El castigo es estático: te golpeas contra las mismas paredes mentales.
La
metáfora que me cambió todo
Imagina que estás esculpiendo tu propia estatua de mármol: El proceso es el cincel: duele, quita partes de ti, pero cada golpe revela una forma más auténtica. El castigo es el martillo sin dirección: solo golpea, hace ruido, crea grietas, pero no revela nada. Ambos usan herramientas similares, pero solo uno tiene un diseño.
La pregunta clave que ahora me hago. Cuando algo duele en mi camino de crecimiento, pregunto: “¿Estoy usando este dolor para construirme o para derribarme?”
La respuesta nunca miente: Si es para construir, es proceso. Si es para derribar, es castigo.
El desafío que te propongo
Esta semana, cuando sientas ese dolor familiar, el de la autocrítica, el del miedo, el de la duda, haz una pausa y pregúntate: “¿Este dolor es mi maestro o mi verdugo?”
No te sorprendas si a veces es ambos. Somos humanos, no máquinas de crecimiento perfecto. La magia no está en nunca confundirlos, sino en aprender a reconocer la diferencia cada vez más rápido.
Para recordar. El crecimiento duele, pero no todo lo que duele es crecimiento. El proceso duele con dirección. El castigo duele por costumbre. Uno escribe tu historia. El otro solo la repite.
¿Y tú? ¿Qué dolor estás llevando hoy que merece ser reevaluado? ¿Es tu cincel o solo tu martillo?
PD: Me tomó años entender esto. Hoy, cuando confundo proceso con castigo, me recuerdo que el verdadero crecimiento duele, pero nunca humilla.
Duele, pero nunca degrada. Duele, pero siempre deja una semilla donde hubo una herida. Es importante entender que, las lagrimas en el mayor de los casos limpia.
Es
bueno de vez en cuando que las lágrimas fluyan, siempre y cuando, sean
equilibradas y sin exageración.
Comentarios
Publicar un comentario
gracias por comentar